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Foto del escritorIván Vargas

China: Torturas Y El Monopolio De La Ideología

Actualizado: 12 ago 2024

  • Los comentarios escritos son responsabilidad del autor y no significa la opinión del SICUPP.



Pensamos en campos de concentración como algo bochornoso y lamentable que ha quedado en el pasado, una mancha de sangre indeleble en la historia de la humanidad.


Nos gusta asumir que somos mejores, más civilizados, que hemos abolido esas vergonzosas e inhumanas prácticas. Lo cierto es que ese eco del pasado se niega a morir y sobrevive impune aún en nuestros días como una hidra de mil cabezas que se ramifica y renueva con cada intento de extirparla.



La minoría Uigur (asiáticos de fe musulmana) está siendo reprimida desde hace años en China de forma brutal a través de métodos deleznables. Se les obliga a renunciar a su fe y adoptar los preceptos morales e institucionales del Partido Comunista Chino (PCC), liderado por el actual presidente Xi Yin Ping.


Familias enteras han sido separadas y “puestas bajo custodia” en estos centros sin ningún proceso legal ni derecho a la defensa. Por si fuera poco muchos han reportado desapariciones de sus familiares sin respuesta alguna del estado.


La intención es acabar con este sector, negando sus derechos y atropellando abiertamente cualquier intento de revuelta.



Todo esto mientras el gobierno chino intenta frenar el impacto mediático dificultando u obstruyendo cualquier tipo de investigación.


Ex detenidos han declarado haber sido sometidos a torturas físicas y psicológicas dentro de estos campos, entre ellas palizas con todo tipo de instrumentos, descargas eléctricas en las zonas íntimas de los prisioneros, abuso sexual, aislamiento prolongado y privación del sueño.


En este genocidio abierto y cínico también se acusa al gobierno chino de llevar a cabo una campaña sistemática de esterilización forzada a mujeres uigures, buscando acabar con esta etnia aún antes de que nazca, directamente desde el vientre materno.



Los pocos que aún están libres, fuera de los campos, llevan una vida marcada por la vigilancia extrema a través de un invasivo sistema de monitoreo masivo con cámaras de reconocimiento facial, seguimiento de teléfonos móviles, y recolección de datos biométricos, negándoles incluso la privacidad.


Organismos como Human Rigth Watch o Amnistía Internacional han denunciado que el gobierno chino ha creado una red de campos de “reeducación” en Xinjiang, se estima que más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas han sido detenidos arbitrariamente, ¡más de un millón! Aun así el número no es exacto, lo cual hace suponer una inmensa cifra negra en los números totales.



El gobierno chino ha negado abiertamente estas acusaciones, describiendo estos centros como instalaciones de “formación profesional” y programas de desradicalización. Una forma más amble de llamar a este inhumano lavado de cerebro digno de una retorcida trama de ficción.


En pleno siglo XXI los campos de concentración siguen vigentes, repletos y en marcha, un síntoma de que nuestro llamado “progreso” se ha ganado ese nombre sin argumento alguno. No somos mejores que los nazis de la segunda guerra mundial, con métodos renovados y aclimatados a la actualidad, la tortura, censura, segregación y lucha ideológica sigue viv

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