Los comentarios escritos son responsabilidad del autor y no significa la opinión del SICUPP.
Hoy que las multitudes globales son arrastradas por la corriente de la opinión mayoritaria justo en medio de la 'Era de la información', se revela una paradoja inquietante: la inmadurez de las masas. Parecen rehuir la lucidez, la curiosidad o el pensamiento propio para sumergirse en una visión desprovista de razón y la sofisticación de la verdad.
Se adopta orgullosamente la simplicidad de la ignorancia y lo banal, renunciando al planteamiento de ideas sustanciales y la reflexión profunda.
El grueso de la población discute acaloradamente en oficinas, escuelas y hogares, si tal o cuál participante de algún reality show es culpable o no de tal o cuál cosa, cuánto ganan por no hacer nada o si alguna a de sus participantes con pobres atributos estéticos merece un marido millonario.
A pocos parece importarles la normalización de la muerte y la violencia en un país que genera más muertos que muchos otros abiertamente en guerra o que seamos de los países con mayor disparidad en la distribución de la riqueza.
El paro del poder judicial, la sobrerrepresentación política, la misteriosa desaparición momentánea que impidió al senador Daniel Barreda emitir su voto en contra de la reforma judicial o que un personaje como Miguel Ángel Yunes, acusado directamente desde el púlpito presidencial de 'maleante', 'siniestro' y 'vil', ahora sea colaborador de esos mismos que lo señalaban, no son temas menores.
Los temas fundamentales que nos influyen directamente deberían discutirse a profundidad y tener un peso en nuestra percepción como entes sociales. Sin embargo la gran mayoría sucumbe ante el ruido furioso y demoledor del contenido en la industria del “entretenimiento”, olvidando los aspectos de mayor relevancia.
Este “entretenimiento” logra bastante bien su cometido pues (como su nombre lo indica) entretiene y distrae al espectador de los temas que las facciones dominantes no quieren ventilar o prefieren mantener fuera del escrutinio público.
Estás llamadas 'Cortinas de humo' en México no son nada nuevo, quizá el ejemplo más vergonzoso sea el del 'Chupacabras' durante el sexenio del expresidente Carlos Salinas de Gortari.
Un dizque monstruo o ser fantástico que succionaba la sangre al ganado y mantuvo a un sector de la población en constante suspenso a través de los medios masivos de comunicación que difundieron y vendieron el morbo. A la par de este hecho sensacionalista, se privatizaban más de mil empresas estatales, una trampa simple pero eficaz.
Para que estos infantiles medios de manipulación funcionen, se requiere de cierta
complicidad por parte de la masa, para la cual es más cómodo entretenerse que
plantearse una duda. El progreso y aprendizaje requiere esfuerzo, el entretenimiento
promete satisfacción inmediata y efímera, una oferta difícil de rechazar.
Esto sumado al bombardeo constante a través de todos los medios físicos o digitales posibles de este contenido hace imposible evadirse de ellos, sin mencionar que sus algoritmos en redes sociales y plataformas digitales están maquiavélicamente creados para atrapar desde el primer momento al espectador por el mayor tiempo posible.
Esto demuestra la facilidad con la que el espíritu humano puede caer en la trampa de la mediocridad, decantándose por el entretenimiento antes que por los hechos reales, aún cuando tiene acceso a ambos; llevando las discusiones al terreno de la ficción o el esparcimiento sin fondo, antes que a las problemáticas inmediatas y de gran impacto en los hechos cotidianos de la sociedad.
Entendible en cierto modo, recriminable por otro. La realidad puede ser sórdida y visceral, pero ignorarla es infantil y peligroso.
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